“que
sería de mí si no existieras,
mi
ciudad de La Habana”
Fayad
Jamís
Autora:
María de los Ángeles Polo
Esta ciudad mágica de gentes increíblemente hermosas, que ha sido cantada por poetas y trovadores, será declarada de manera oficial este 7 de junio como una de las siete nuevas ciudades maravillas del mundo, por los resultados de un concurso que en el año 2011 lanzó la fundación New7Wonders, presidida por el empresario suizo Bernard Weber.
En las
votaciones, a las que Weber denominó un “ejercicio democrático mundial”, participaron
cientos de millones de personas de los cinco continentes, quienes votaron por La
Habana, entre más de mil 200 de 220 países.
Los
resultados finales se hicieron públicos el 7 de diciembre de 2014, cuando se
anunció desde Dubái, que la capital de todos los cubanos había clasificado
entre las siete nuevas ciudades maravillas del mundo junto a Beirut, en el
Líbano; Doha, en Qatar; Durbán, en Sudáfrica; Kuala Lumpur, en Malasia; La Paz,
en Bolivia, y Vigan, en Filipinas.
Con
anterioridad, ellos habían convocado otros dos concursos, uno para seleccionar las
nuevas siete maravillas del mundo moderno y que hizo historia entre muchas
otras razones, por ser la primera votación masiva por Internet, teléfono y
mensajes de texto y que estuvo abierta a participantes de todo el planeta.
El
segundo concurso fue sobre las siete maravillas naturales del mundo.
Las
siete nuevas ciudades maravillas del mundo fue el tercero de estos populares certámenes
que, aunque no cuentan con el aval de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), sí
tiene un valor muy especial, pues se trata del voto de millones de personas que
ejercieron su criterio e hicieron su elección.
Una
Habana que se distingue, según los organizadores del evento, por lo cálido y
acogedor de su ambiente y por el carisma y la jovialidad de sus pobladores,
esos mismos que estén donde estén, se mueren de amor y de ganas por esta cálida
ciudad que tiene nombre de mujer y a la que se le han dedicado hermosísimas
canciones, como aquella de José Antonio Quesada que interpretaba Xiomara
Laugart.
La
misma Habana a la que el argentino Fito Páez le confiesa que su perfume tan
extraño le apasiona y que hace exclamar en otra bella canción a Carlos Varela: “Habana,
mi Habana, si supieras el dolor que siento cuanto te canto y no entiendes que
este llanto es por amor”.
Una ciudad
a la que, con ese rasgo de exageración, que dicen por ahí que nos caracteriza como
cubanos, le cantamos tantas veces con los Van Van, que “quiere ser la capital
más bella de América Latina”, o “La
Habana tiene ganas que se pongan pa’ ella” y ahora, por fortuna, no fuimos
precisamente los cubanos quienes la seleccionamos entre las siete ciudades
maravillas del mundo.
Pero, si
damos una rápida ojeada por la literatura nos encontramos a La Habana en las
páginas de la Cecilia Valdés, la
obra cumbre de la novelística cubana, donde Cirilo Villaverde nos pasea por la
Loma del Ángel y sus vericuetos, en las de
Alejo Carpentier, con sus columnas y sus portales, en la de Lezama Lima o de Leonardo Padura, con su culinaria, sus tipos y sus gentes, pero también en la poética de
Nicolás Guillén, en las pinturas de Servando Cabrera… con sus bellas habaneras.
Decía el
pintor René Portocarrero que no había otro como Nicolás Guillén para sentir y
vivir en sus versos la psicología habanera, poética que tal vez la mejor manera
de encontrarnos con ella sea a través de un romance gitano que le dedicó Mirtha
Aguirre al Poeta Nacional en 1938 y que dice así:
¡Cómo
te extraña La Habana
Nicolás
Guillén mulato!
Vestida
de luces negras
Por
largas calles de espanto
Va la
farola del Morro
Pidiendo
a gritos tus pasos
Y el
viento le huele a clavos
Y el
mar le canta día y noche
Con
prieta voz de sonámbulo.
¡Cómo
te extraña La Habana,
Nicolás
Guillén, mulato!
Pero no
fue Guillén el único en inspirarse en La Habana. La excelsa poetisa cubana Fina García-Marruz igualmente le cantó en estos versos que aquí les traigo.
¿Por
qué, conquistadora,
(…) de
desiguales ángulos
te
empinas desdeñando
abajo
el foso oscuro de las aguas?
Castillo
de la Fuerza,
Giraldilla,
tu
donaire y victoria.
¿Será
lo abierto tu secreto,
noble
Habana, Señora,(…)
Los
ejemplos serían incontables… reconocidos unos, anónimos otros, pero todos,
llenos de amor por una ciudad que fascina y enamora con su cálido mar, sus
calles angostas, sus viejos autos y edificios ruinosos, con su música, su ritmo
y su alegría, pero sobre todo por sus
gentes.
Heme aquí,
rendida ante tu embrujo,
heme aquí,
habitante tuya, fiel y singular
que ha visto
en ti transcurrir su vida,
enamorada de
tus calles y tus avenidas.
De tus
parques, tus viejos edificios,
tu malecón,
tus árboles, tus fuentes
tus casas
antiguas y despintadas,
tus calles
de farolas apagadas.
Yo te quiero
mía, mi hermosa Habana,
detenida en
el tiempo y el silencio.
Yo te
quiero, luminosa o apagada,
yo te quiero
mía, vieja Habana (…)
Una Habana auténtica y llena de contrastes con su mezcla de razas, de sabores y de olores, donde desandar por sus calles es coexistir en tiempo y espacio con su pasado admirable, es ver en sus pintorescos balcones las hermosas sábanas blancas y poder cantar junto a Gerardo Alfonso, que “si mis ojos te abandonaran/si la vida me desterrara a un rincón de la tierra/yo te juro que voy a morirme de amor y de ganas /de andar tus calles, tus barrio y tus lugares (…)”.
Porque así es la capital de todos los cubanos, inspiradora y coqueta, una ciudad maravilla y no solo en el perímetro fundacional de la otrora villa de San Cristóbal de La Habana, que fue declarado por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1982, sino en cada uno de sus barrios, en cada rincón de toda ella.
¡Ay!
Mi Habana pálida
Caribe
en tránsito
Vieja Habana mulata
Negra y china
Y ecléctica
Centro Habana de aire
Vieja Habana mulata
Negra y china
Y ecléctica
Centro Habana de aire
Una
ciudad pintada como ciudad
Y cantada (…)
Y cantada (…)
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