Las luces de vapor de sodio brindan un tono amarillento a las que hacen
juego los faros de los vehículos. Al fondo destaca el la destellante llama de la refinería Ñico López. Fotos: Gilberto González |
Autor: Gilberto González García
La Habana de noche sigue viva, no es radiante al igual que otras ciudades, como Las Vegas, París o Nueva York, pero no deja de tener sus encantos y sus luces. Algunas fotografías que aquí mostramos así lo atestiguan.
Un acercamiento de la torre donde se queman los desechos de la refinería Ñico López, pero parece que lo que arde es el campanario de la iglesia de San Judas Tadeo (Los Maronitas). |
A la izquierda, el hotel Habana Libre, detrás el edificio Focsa. |
El área este de la ciudad, cercana a la bahía se ve profusamente iluminada. |
Las nubes de tempestad se ciernen sobre la ciudad que se defiende con sus luces. |
Al final el fuego de Vulcano se roba el protagonismo, pero La Habana no cede. |
Después de la tempestad, la calma. La Habana vuelve a brillar con luz propia. |
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